La digestión tiene que ver con diversas etapas esenciales de nuestra alimentación. De la comida que ingerimos, captamos nuestros nutrientes. Pero, mientras estos son filtrados en los órganos básicos de nuestro cuerpo, otras partes de estos alimentos no tienen ninguna finalidad en nuestro organismo y deben ser expulsadas de él.
El proceso digestivo arranca con la masticación en la boca y finaliza con la expulsión de las heces y la orina. Así, el complejo sistema que permite desarrollar las funciones del organismo citadas ha de ser cuidado con grandes precauciones.
Lo que comemos puede influir grandemente en el funcionamiento de todo el organismo y especialmente, sobre nuestro sistema digestivo. Por eso, te mostramos las claves para cuidar tu alimentación si quieres proteger el mismo
El cuidado de nuestro sistema digestivo es necesario para que podamos sentirnos bien, con fuerzas y energías y así poder realizar todas las actividades que queramos. Aquí van algunos consejitos y tips de cómo cuidarlo.
La problemática no radica solo en qué alimentos tomamos, sino también en cómo los ingerimos. Algunas de las nuevas costumbres de nuestro día a día, asociadas a un excesivo dinamismo de la vida en las grandes ciudades, son muy perjudiciales para los procesos digestivos. Tengamos en cuenta que pueden alterar sus secuencias recomendables.
El sedentarismo, asociado a los estilos de vida en los que no se hace el ejercicio físico suficiente, también va a influir poderosamente. Entre los inconvenientes que una mala organización de las digestiones conlleva destacamos, entre otros, la acidez, el reflujo, la pesadez, el estreñimiento y la diarrea.
Hábitos saludables para cuidar tu sistema digestivo
Consumir alimentos con moderación, siempre
Las comidas abundantes o de gran volumen representan un peso para nuestro aparato digestivo, enterpeciendo su funcionamiento y pudiendo ser causa de molestias ligeras pero para nada agradables como sensación de pesadez, flatulencia, hinchazón abdominal e incluso, acidez.
Elegir agua como bebida habitual, evitando alcohol y refrescos azucarados
La adecuada ingesta de agua propicia el trabajo de nuestro aparato digestivo desde nuestra boca, en donde favorece la formación del bolo alimenticio que posteriormente avanza hacia el estómago e intestino.
Pero además, es indispensable que el agua sea nuestra bebida habitual y que el alcohol así como las bebidas azucaradas tengan nula o escasa presencia en nuestra mesa.
Ingerir alimentos ricos en fibra con regularidad
La fibra vegetal, sobre todo la insoluble, retiene agua en la porción final del intestino grueso. Esto hace que las heces tengan una consistencia más blanda, lo cual facilita la defecación. La cantidad recomendada es de unos 30 g. al día. El exceso de fibra favorece el estreñimiento y la flatulencia..
Intentar ir al baño siempre a la misma hora, sin prisas
Cuando tenemos deseos de ir al baño es fundamental escuchar al cuerpo y respetar sus señales, intentando tomarnos el tiempo necesario para evacuar el intestino.
Haz ejercicio y evita “tumbarse”
El ejercicio moderado colabora en el mantenimiento de nuestra salud en general y también en nuestra salud digestiva. El simple hecho de caminar favorece la movilidad intestinal y el movimiento del producto de la digestión, ayudando a su eliminación.
Llevar una alimentación basada en alimentos reales
Escoger para nuestra dieta diaria alimentos frescos y de temporada siempre es lo más aconsejable, ya que muchos procesados y la mayor parte de los ultraprocesados poseen ingredientes como los azúcares u otros que pueden dañar el aparato digestivo.
Evitar los excesos de cafeína
La cafeína y sustancias similares como la teobromina propia del cacao y el chocolate, son estimulantes del aparato digestivo. Es por eso que en exceso pueden irritar la mucosa gástrica así como dañar el intestino.
Por esta razón, recomendamos evitar los excesos de cafeína moderando no sólo el consumo de café sino también, de té, cacao, bebidas energéticas y refrescos que puedan contener esta sustancia.
Evita el exceso de alimentos grasos
Este tipo de alimentos son la comida chatarra, los cuales contienen un exceso de grasa muy difícil de digerir. De igual forma la comida procesada y el pan hacen que el sistema digestivo se esfuerce demasiado, ocasionando malestares estomacales.
Es importante destacar que, dentro de este grupo de alimentos grasos se encuentran la manteca, mantequilla, el tocino, embutidos, quesos saturados, entre otros.
Ingerir regular fuentes de probióticos
Los probióticos así como los prebióticos son componentes muy beneficiosos para el funcionamiento del aparato digestivo, especialmente para el intestino ya que afectan la microbiota allí localizada.
El consumo de probióticos mediante leches fermentadas, yogures, kéfir, miso u otros fermentados puede ser de gran utilidad para prevenir tanto diarreas como estreñimiento y mejorar el funcionamiento del aparato digestivo.
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Mastica bien cada bocado
La masticación forma parte de nuestro proceso digestivo, contribuyendo a que se forme adecuadamente un bolo alimenticio al desgarrar y triturar cada bocado.
Pero también, propicia la digestión que inician enzimas presentes en la saliva. Por ello, intenta masticar bien cada alimento que ingresa en tu boca previo a la deglución.
Que no falte el aceite de oliva
Tomar dos cucharadas de este alimento ya nos aporta el 60 % de vitamina E que necesitamos cada día, por lo que reduce los efectos naturales del envejecimiento. Su ácido oleico es bueno para el páncreas y contribuye a la absorción de los minerales de un modo óptimo. Asimismo, ayuda a la disminución de la acidez estomacal y hemos de destacar sus efectos laxantes y antiinflamatorios.
Modera el consumo de sal y sodio
Otro componente que debemos moderar en toda dieta es la sal y el sodio, ya que en exceso pueden ser responsables de muchas enfermedades.
Entre otras cosas, el consumo elevado de sal o sodio de forma habitual puede conllevar mayor riesgo de gastritis según los estudios, así como también, más probabilidades de sufrir cáncer en órganos digestivos.